Aunque con el tiempo y a partir de las exigencias de cada contexto han surgido muchos tipos de organización empresarial, se trata de variaciones de dos modelos básicos: el modelo de organización formal y el modelo informal.
a) Formal:
Son las acciones que se incluyen en el plan de empresa desde la constitución de la misma y que pretenden regular las actividades corporativas, asignar roles, diseñar departamentos, elegir responsables y, en último término, dar entidad a la organización. Es estática, jerárquica y suele plasmarse en documentos de carácter oficial conocidos por todos los integrantes de la empresa.
Se trata de la estructura social que complementa a las estructuras corporativas formales. O, dicho en otras palabras, son los comportamientos, las interacciones y las relaciones personales y profesionales que se tejen en el día a día de cada compañía. Se caracterizan por ser flexibles y estar en permanente evolución. Lo más habitual es que se produzcan de forma espontánea, aunque eso no quiere decir que no deban estar reguladas de alguna forma. Precisamente, esa labor le corresponde a la organización formal, que de alguna manera se convierte en el marco de dichos comportamientos e interacciones.
Además, entre los tipos de organización empresarial más habituales vale la pena mencionar el funcional, que cubre las necesidades de la empresa en distintos niveles y con varios responsables; el jerárquico, para el que lo más importante son los cargos y los niveles de responsabilidad; el modelo en línea (o staff), que se basa en la creación de pequeñas dependencias a cargo de responsables directos y especializados; y, finalmente, el de estructura matricial, empleado generalmente en proyectos a corto plazo y que convoca a personas que pueden o no formar parte de la organización.
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